De un paciente de los “sanadores egipcios”: “Nunca me pareció que fuera una estafa”

Asistía al tratamiento que otorgaba la llamada Fundación Académica Seshen. “Pagaba 800 pesos al coach”, señaló.

Alvaro Aparicio Díaz, el líder de la presunta banda de estafadores.
Alvaro Aparicio Díaz, el líder de la presunta banda de estafadores. Foto: La Voz

En medio de las repercusiones por la detención de ocho personas de una presunta banda de estafadores que se hacían llamar “Fundación Académica Sêshen” -los “sanadores egipcios”-, liderados por Álvaro Juan Aparicio, alias Sahú Ari Merek; un persona que se sometía al tratamiento dio otra versión: “Nunca me pareció que fuera una estafa”.

“La experiencia desde el día uno fue excelente, yo llegué en un momento de mi vida en el que estaba desorientado y en un tiempo corto salí a flote. No tomaba ninguna medicación, es un tratamiento de acompañamiento a través de coaching, te estimulan y te hacen ver la cosas con un enfoque diferente”, explicó esta persona, que prefirió no identificarse, en una entrevista con el programa Modo Fabiana, de FM Pulxo.

Entre otras cosas, estos presuntos estafadores ofrecían terapias sanadoras que curan enfermedades como el cáncer y el autismo, y cobraban distintas tarifas en moneda local y extranjera a quienes requerían de sus servicios.

La fiscalía de Cura Brochero encabezó la investigación y fue la que ordenó allanamientos en esa ciudad, Huinca Renancó y Córdoba capital. Se secuestraron varios elementos de prueba de los delitos como archivos, fichas de pacientes, computadoras, dinero en efectivo, parte en dólares; y hasta armas.

“Te ofrecen una perspectiva más sana, son charlas de una hora y media a través de coaching” siguió contando. Con respecto al arresto de Sahú Ari Merek dijo: “No tenía contacto directo con él, me dio la impresión de que era una persona con mucha sabiduría interna”.

En relación al costo de estas clases explicó: “He pagado por el coach, nunca me hicieron mención a que había que ingresar a una secta ni que había que pagar montos exorbitantes, pagaba 800 pesos por clase, una cada 15 o 20 días, las charlas eran en la sucursal que tenían en Córdoba en la calle Chacabuco y asistíamos entre 30 a 40 personas por sesión. Nunca se llamaron psicólogos o doctores”.