La peligrosa moda de los retos virales: cómo prevenir desenlaces fatales acompañando a niños y adolescentes

En diálogo con Vía País, Carolina Mora, psicóloga especialista en orientación en crianza, profundizó sobre la problemática que preocupa a varios países del mundo. “Hay una presión muy grande de pertenencia al grupo”, sostuvo.

Los retos virales de TikTok alarman a las sociedades del mundo entero.
Los retos virales de TikTok alarman a las sociedades del mundo entero.

Los Challenge en las redes sociales crecen día a día y algunos dejan efectos en los niños que lo realizan, como es el caso de los estudiantes de Estados Unidos que terminaron intoxicados o como fue la muerte de Milagros, la nena de 12 años de Santa Fe que fue víctima del reto viral “Blackout Challenge” de Tiktok, conmocionó al país. Ahora, se sumó otro peligroso desafío que preocupa a madres y padres, por lo que ven sus hijos en las redes.

Milagros, la niña de 12 años que murió por realizar un desafío viral en TikTok. (Infobae)
Milagros, la niña de 12 años que murió por realizar un desafío viral en TikTok. (Infobae)

En las últimas horas, una adolescente de 13 años fue asistida el domingo en el Hospital de Niños de Córdoba luego de intoxicarse mientras realizaba junto a una amiga un desafío viral de la red social TikTok. Se trata del “Benadryl Challenge”, que consiste en ingerir pastillas de medicamentos antinflamatorios y antibióticos.

Según precisó la directora del hospital, Verónica Petri, la menor ingirió hasta 10 pastillas de antinflamatorios y antibióticos. Por fortuna, fue asistida en el lugar y ya fue dada de alta. La menor estaba con una amiga y juntas consumieron pastillas.

El challenge que se llevó la vida de Milagros

El challenge que se llevó la vida de Milagros consiste en aguantar la respiración hasta desmayarse, todo frente a la pantalla. Una vez finalizado el reto, el protagonista tiene que contar su experiencia. “Blackout Challenge” no es el único. “Ballena Azul” y “Momo Challenge”, fueron otros y ahora le sigue “El último que se duerme, gana”, reto por el que ocho estudiantes de una escuela de México resultaron intoxicados después de tomar sin indicación médica el ansiolítico Rivotril, a base de clonazepam.

Mientras que el reto de Estados Unidos apunta a que los estudiantes deben mezclar alcohol con saborizantes, electrolitos y agua en un botellas de gran tamaño para verla en las cantidades más grandes que puedan.

En diálogo con Vía País, Carolina Mora, psicóloga clínica (UBA) con un postgrado en Psicología Perinatal (CIIPME CONICET) y diplomada en Técnicas de Reproducción Humana Asistida, Parentalidades e Infancias (UNSAM), profundizó en la problemática que preocupa a varios países del mundo.

- ¿Cuáles son las motivaciones que llevan a niños y adolescentes a participar en estos desafíos virales?

Me parece importante pensar las adolescencias y pubertades en el contexto actual en el que hay una presión muy grande de pertenencia al grupo. La transformación en la identidad lleva a entrar en una etapa en la que no son ni niños pequeños ni tampoco se sienten con una madurez de su personalidad para poder decir que no en muchas situaciones, entonces prima la necesidad de ser reconocidos dentro de lo que es grupo por otros pares. Esta presión puede llevar a seguir ciertas propuestas o desafíos de una manera más acrítica solo por un deseo muy fuerte que tiene que ver con esto de ser parte, ser admirados o reconocidos por los pares.

- ¿Piensa que son concientes de la gravedad o consecuencias que pueden tener?

En edades tan tempranas no hay conciencia plena de las consecuencias que tienen las conductas. Por eso, incluso desde el Derecho, hay distintos grados para clasificar las situaciones de delincuencia y fallas a la ley por parte del adolescentes y niños púberes ya que justamente la personalidad no llega a tener la madurez suficiente para analizar de forma crítica diferentes situaciones en las que se pueden poner en riesgo a sí mismos o incluso dañar a terceros.

- ¿Cómo los padres deben proceder para evitar estos acontecimientos?

En relación a la actitud o a las formas que tenemos las personas adultas de prevenir o de advertir sobre este tipo de situaciones creo que hay varias medidas, pero la principal es la premisa de que este tipo de redes sociales no está destinada ni para infancias, ni para adolescencias ni para personas en proceso de pubertad. Si nos fijamos en las limitaciones propias en las plataformas todas solicitan o indican que son aptas para mayores de 18 años, lo cual ya nos da la pauta que no es el espacio adecuado para transitar. Llegado el caso de que haya personas, niños, menores a 18 años que quieran recibir y consumir contenido de este tipo, es indispensable que sea supervisado por una persona adulta que esté al lado de ese adolescente, viendo esos videos y pudiendo ayudarle a identificar situaciones de riesgo.

-¿Cuáles son las formas adecuadas para prevenir estos desenlaces fatales?

Me parece fundamental que este sea un tema que se aborde en los distintos espacios que transitan las personas en pubertad y adolescencia, en los espacios educativos, en los clubes barriales, que realmente estas noticias se puedan abordar acompañadas por sus docentes y sus adultos referentes. No puede ser un tabú, tiene que ser algo que realmente se trabaje desde la escuela y desde los clubes, que se pueda hablar e informar con qué cosas nos podemos encontrar en internet, cuáles son los cuidados que tenemos que tener, qué podemos hacer cuando sentimos la presión de parte de un grupo a hacer algo que sabemos que es peligroso, que nos da miedo o que no nos hace sentir cómodos.

- En la actualidad, la tecnología prevalece en todo tipo de vínculos. ¿Cuál es su análisis al respecto?

La tecnología nos acompaña en la vida cotidiana, es una extensión más de nuestro cuerpo y es una vía de comunicación legítima e inevitable hoy en día en nuestras sociedades, en nuestros contextos. Si bien es importante que las infancias vayan teniendo un contacto cotidiano con la tecnología, que este sea progresivo y acorde a su edad, a su maduración y dentro de un contexto de cuidado, es decir, que ese contenido previo a que las infancias lo vean tiene que estar supervisado por personas adultas, por sus cuidadores. No podemos dar un dispositivo e irnos a otro cuarto o desentendernos porque justamente hay muchas plataformas en las que los menores pueden ir navegando y cambiando el contenido a libre demanda. Lo mismo sucede con el uso del celular a edades más grandes cuando ya entran en la pubertar y empiezan a solicitar el teléfono y a moverse solos en la calle. Hay que tener mucho diálogo que se construye desde la infancia en relación a los pedidos y a las intenciones que pueden tener las personas que se esconden detrás de una computadora, de un avatar porque a veces hay una indiscriminación en donde lo que aparece en la red social y en la pantalla se transforma en lo real y no lo es.