Graciela fue una de las mejores tenistas del país, abandonó y luego de 30 años comienza un proyecto social de tenis en Maipú

Se trata de Graciela Sgrignieri, una tenista maipucina que estaba en la cima de su carrera deportiva cuando queda embarazada a los 14 años. Para ser mamá, abandona la raqueta pero hoy la vuelve a levantar para encarar su proyecto social de tenis.

Graciela tenía un futuro brillante en el tenis, pero decidió dedicarse a criar a su hija. Hoy vuelve a pisar las canchas.
Graciela tenía un futuro brillante en el tenis, pero decidió dedicarse a criar a su hija. Hoy vuelve a pisar las canchas.

Hay personas que nacen con un talento innato de hacer algo en particular. Algunos con el deporte, otros en la música y quizás otros para escribir.

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Graciela Sgrignieri nació con el don del tenis, pero en el comienzo de una gran carrera que tenía por delante, decidió dejarlo para dedicarse a su hija. Después de 30 años, su amor por el tenis volvió a despertarse, para llevar adelante un proyecto social en Maipú.

Para conocer más de su historia y de su proyecto, desde Vía Mendoza dialogamos con Graciela. Actualmente la maipucina tiene dos hijas y luego de quedarse sin trabajo por la pandemia, hoy tiene dos trabajos y un proyecto para establecer el tenis como uno de los deportes del departamento.

Los primeros pasos de Graciela en el tenis

Graciela se encontró con el tenis cuando tenía 8 años. Ella hacía danza clásica en el momento, pero se dio cuenta que mucho no le gustaba. Cerca de su casa estaban las canchas del Tenis Club de Maipú. “Veía pasar a los niños con raquetas y me llamaba más la atención que la danza”, comentó Graciela.

Un día se animó a perseguir a esos niños con raqueta hacia el club, donde pasaba tardes enteras mirando como los chicos jugaban al tenis. Su presencia le llamó la atención al director de ese momento del club, quien le regaló una raqueta de madera para comenzar a practicar.

Con esa raqueta, y sin que nadie de su familia se enterará, aprendió a jugar al tenis sola con una pared. Desde el club vieron el entusiasmo y ganas de Graciela por aprender el deporte que le propusieron comenzar las clases.

Uno de los pocos recortes de notas que Graciela pudo recuperar de Buenos Aires.
Uno de los pocos recortes de notas que Graciela pudo recuperar de Buenos Aires.

Fue allí donde finalmente le expresó a sus padres su deseo de jugar al tenis. Como Graciela era la menor de cinco hermanos, le fue concedida y apoyada su petición por jugar al deporte, por más que fuera costara mucho dinero.

En poco tiempo, todos se dieron cuenta que Graciela tenia un talento innato por el tenis. Solamente con 9 años aprendió en cuestión de meses. “No llevaba ni seis meses entrenando que había un torneo y yo quería competir”, contó la maipucina.

Era un torneo zonal cuyano, y debido que hace tan solo 3 meses había comenzado a entrenar, le explicaron que todavía no estaba lista para competir. Tal era su insistencia por competir que la anotaron a un torneo interno del club y que, a sorpresa de todos, ganó cada partido.

Y así comenzó a ganar cada partido que jugaba, llegando a clasificar en el torneo zonal de Mendoza, San Luis y San Juan. Si bien perdió en la final, con el puntaje obtenido llega al torneo nacional de la categoría de pre-infantiles.

Hacia un tenis profesional

Si bien obtuvo el segundo puesto en el torneo nacional, su rendimiento fue suficiente que llamó la atención de una academia de tenis de Buenos Aires, quien le ofreció la posibilidad de sumarse a su equipo. Pero en ese momento, ella lo negó.

Al tiempo, estos profesores llegaron a su casa para invitarla a probarse en la academia. Esta vez ella aceptó. “Acá surgió la necesidad de profesionalizarse”, indicó Graciela.

Al ser tan chica, para poder formar parte de la academia necesitaba terminar sexto grado de la primaria. Comenzó a tomar clases particulares de tenis y una vez que completó 6to, partió para Buenos Aires y con nueve años comenzó su carrera profesional de tenis.

Vivir en la academia implicó dedicar todo su tiempo al tenis. Llevaban una rutina rigurosa, entrenaban de lunes a viernes, desde las 7 de la mañana hasta las 18 de la tarde. Eran días intensos, practicando tenis, boxeo y concentración. Como día de descanso solamente tenían el domingo, donde aveces salían a algún centro comercial.

Graciela contó que volvió a jugar tenis con una amiga, después de 20 años de no tocar una raqueta. Para dar con su proyecto, volvió a entrenar.
Graciela contó que volvió a jugar tenis con una amiga, después de 20 años de no tocar una raqueta. Para dar con su proyecto, volvió a entrenar.

Que ella dedicara su vida al tenis en la academia implicó una inversión muy grande de sus padres. Graciela calcula que el precio por mes de su estadía costaba 60 mil pesos actuales. Su comunicación con su familia era escasa, ya que solamente contaba con un teléfono fijo que era compartida con sus compañeras. Una vez al mes, su mamá viajaba a Buenos Aires para estar con ella.

Graciela reconoce que el estilo de vida que decidió llevar en su niñez la llevó a madurar muy rápido. “Mi vida era el tenis. Despertaba, respiraba, vivía tenis. Tenía que asumir ciertas responsabilidades muy chica y sola”, detalló la maipucina.

Torneos y rankings mundiales

En poco tiempo, Graciela demostró sus talentos en el tenis. Fue federada por el Club Atlético Vélez Sarfield y recibió el sponsership de Prince, una marca tenista muy reconocida. Eso la ayudó económicamente para competir en los torneos nacionales e internacionales de las que Graciela clasificaba.

Tal fue su talento que fue subida de categoría y empezó a competer en la categoría de menores antes de tiempo. Compitió en múltiples torneos fuera del país por todo el mundo. Lo más destacable de su carrera fue clasificar en el torneo más importante de la categoría de menores, el Orange Bowl en Miami.

Ella hizo lo que pocos argentinos habían logrado en tan corta edad, llegar a un torneo profesional de tenis. Graciela explicó que el tenis suele ser un deporte en el que uno comienza a destacarse en mayor edad, por cuestiones de puntaje en el ATP (Asociación de Tenistas Profesionales), económicas y fisiológicas.

Graciela era tan solo una niña cuando fue rankeada entre las top 20 tenistas del mundo.
Graciela era tan solo una niña cuando fue rankeada entre las top 20 tenistas del mundo.

Podés tener mucho talento, pero hay un proceso que hay que cumplir”, explicó la maipucina, detallando que generalmente no se saltan categorías y uno debe seguir los pasos para destacarse en el tenis. Por esa razón, las figuras argentinas de tenis suelen conocerse después de los 18 años, edad en la que los tenistas argentinos comienzan a competir profesionalmente.

Sin embargo, Graciela logró competir profesionalmente en el Orange Bowl con 13 años. Si bien sus profesores no estaban tan de acuerdo con que lo hiciera, “sentían miedo al fracaso”, ella encaprichada logró el consentimiento de sus responsables para hacerlo.

Implicó un gran esfuerzo de sus padres, quienes vendieron una casa para poder pagar los cuatro meses que Graciela debía estar en Estados Unidos para competir en el torneo de Miami.

Uno de los pocos recortes de notas que Graciela pudo recuperar de Buenos Aires.
Uno de los pocos recortes de notas que Graciela pudo recuperar de Buenos Aires.

A sorpresa de muchos, inclusive de ella misma, llegó a la final del Orange Bowl. Si bien perdió, con su desempeño llegó a ubicarse Nº14 en el ranking mundial de la categoría de menores de tenis. Ella tenía asegurada una carrera brillante en el deporte, todo lo tenía alineado para ser la gran próxima tenista argentina.

Su abandono del tenis

El Orange Ball fue el último torneo de la que ella participo. A los 14 años queda embarazada: “No fue deseado pero sí aceptado”, detalló Graciela. En ese momento decidió retirarse indefinidamente del tenis. Tenía una carrera brillante por adelante, pero decidió dejarlo para dedicarse a su hija.

Graciela hoy tiene dos hijas. Su hija mayor está casada y tiene dos hijas.
Graciela hoy tiene dos hijas. Su hija mayor está casada y tiene dos hijas.

Graciela dejó todo del tenis, inclusive hasta el día de hoy no ha vuelto a Buenos Aires. En la academia quedaron muchos de sus afectos personales, de los cuales algunos recuperó por encomienda.

Lo que más le costó fue comunicarle a su padre, quien había apostado todo para que ella fuera la próxima estrella de tenis en el mundo. “Pensé mil reacciones que mi papa pudiera haber tenido. La única que no imaginé, fue la que tuvo. Mandó a mi hermano a hacer un asado porque iba a nacer su primer nieto”, contó Graciela.

Aún después del embarazo, sus padres la animaron a que siga con el tenis. Desde la academia de Buenos Aires también recibió el apoyo, indicando que su carrera recién estaba empezando. Pero ella se negó, no quiso volver a tocar una raqueta. “Algo en mí se rompió”, expresó Graciela.

30 años después, una charla la despertó

Con los años Graciela siguió su vida, lejos del tenis. Cuenta que en una oportunidad quiso dar clases, pero se frustró por falta de apoyo.

Por la pandemia, Graciela queda sin trabajo. Para subsistir comenzó a limpiar casa y después incorporó la venta de cosas dulces para comer. El año pasado comenzó a trabajar en la oficina de la Dirección de Empleo de la Municipalidad de Maipú, donde sigue trabajando actualmente.

Y un día cualquiera, una charla en la oficina despertó su deseo dormido de volver al tenis. Fue su jefe quien la animó a agarrar la raqueta otra vez, solo que en esta oportunidad para contagiar su amor y pasión a los demás.

Graciela asegura que en parte este proyecto se lo dedica a su padre, quien murió motivándola a retomar la raqueta.
Graciela asegura que en parte este proyecto se lo dedica a su padre, quien murió motivándola a retomar la raqueta.

Así nació su proyecto social del tenis, el dar clases en el Polideportivo de Maipú y convertir al tenis en uno de los deportes del departamento. Su proyecto consiste en ayudar al que menos tiene, aunque será para todos por igual. “Quiero que el tenis deje de ser para ciertas personas, quiero que todos agarren una raqueta”, expresó la maipucina.

“No es nada más tener las herramientas económicas o el talento, sino que hace falta también la pasión. En mi caso, mi talento fue un plus”, detalló Graciela, indicando que “el talento no es lo que marca la diferencia, lo hace la pasión y el amor”.

Es lo que quiere lograr con su proyecto, no es “dar clases y ya”, sino mostrar que el tenis es una herramienta para la vida y disciplina, un refugio, una oportunidad para el que quiera.

Ella tiene en claro que hay diversas cuestiones que pueden dificultar para muchos llegar a ser tenistas pero asegura “que el camino sea más largo no significa que sea imposible, solo hay diferentes caminos”.

Graciela comienza su proyecto en Maipú, con la ayuda del Municipio y múltiples amistades que conservó del mundo del tenis. Pero tiene en claro que no quiere que quede en el departamento, sino quiere llevar su proyecto a todos los departamentos de Mendoza.

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Ahora ya me despertaron. No voy a volver a generarme un obstáculo, no voy a dejar que esto corte. Voy a arrancar de la misma manera que empecé yo en el tenis, una raqueta regalada y una pared. Y voy a arrancar con esos chicos que tengan el camino largo, quiero estar en ese camino”, concluyó la maipucina.