Conocé a Santos Nahuel, el último poeta callejero de Mendoza que sobrevive a la era digital

El artista tiene 74 años y cada fin de semana pone su puesto en la Plaza Independencia, corazón de la Ciudad, para que la gente disfrute de sus prosas.

Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia.
 
Foto: Orlando Pelichotti
Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia. Foto: Orlando Pelichotti Foto: Orlando Pelichotti

Cada fin de semana lo verás en la Plaza Independencia de la Ciudad de Mendoza con un cartel que dice: “Poesía para todos”. Detrás, a la espera y observando está Santos Nahuel, poeta mendocino de 74 años, que vende sus obras a quien quiera disfrutarla escritas en papel plastificado, como recuerdo de sus pensamientos, como máximas de vida y del amor. Una apuesta que aún llama la atención en una era en que todo se digitaliza y difunde por redes sociales.

“Siempre digo que de día soy docente y terapeuta para vivir, de noche soy poeta y cantor para no morir”. Así introdujo su presentación. Casi natural salió la prosa de su boca.

Santos practica las terapias alternativas pero su mayor placer es el “poema al paso”, donde lo lleva a cabo en la Plaza Independencia.

Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia.
 
Foto: Orlando Pelichotti
Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia. Foto: Orlando Pelichotti Foto: Orlando Pelichotti

Su vínculo con la poesía comenzó a sus 42 años y con el paso del tiempo conoció a su gran maestro, el doctor Américo Calí, quien siempre decía que “ser poeta es una fatalidad, porque el hombre no elige la poesía. la poesía lo elige al hombre (o a la mujer”.

Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia.
 
Foto: Orlando Pelichotti
Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia. Foto: Orlando Pelichotti Foto: Orlando Pelichotti

Escribir poesía “brota por la necesidad de expresar sentimientos y pensamientos como lo hace un músico en notas o pentagramas o un pintor en el lienzo”.

El primer libro que editó se tituló “Septiembre en Vos” (1982) de poesías amorosas y “Grito Solar” (1986), una crónica sobre la dictadura militar, época en la que soportó “en silencio, porque si decías algo eras un desaparecido más”.

Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia.
 
Foto: Orlando Pelichotti
Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia. Foto: Orlando Pelichotti Foto: Orlando Pelichotti

Luego de esa obra, escribió “Cuando cantan los pájaros del Alma”. En esta ocasión es una recopilación de prosas reflexivas, la cual aún no fue publicada y la mantiene en una carpeta para poderlas exponer.

Con el slogan de “Poesía para todos” él logra que el mendocino o turista se detenga a leer algunas de sus obras expuestas en una de las veredas que recorren la Plaza central de la Ciudad de Mendoza. Pero “no todos son para la poesía”.

Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia.
 
Foto: Orlando Pelichotti
Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia. Foto: Orlando Pelichotti Foto: Orlando Pelichotti

Con sus poesía en papel plastificado, colgadas en una piola atada de un poste a otro poste de luz, pasa las tardes compartiendo con los artesanos del lugar. Ofreciendo entre 200 a 500 pesos, sus más preciadas palabras para vivir. Según confiesa, “de 100 personas que pasan, 10 se detienen a leer poesía, y solo una compra”. Y de inmediato tiró: “La poesía no es fútbol porque no interesa masivamente. La gente no lee. Por ahí, con música es diferente, les llega más” aseguró el poeta y cantor.

Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia.
 
Foto: Orlando Pelichotti
Santos Nahuel poeta de la Plaza Independencia. Foto: Orlando Pelichotti Foto: Orlando Pelichotti

Santos Nahuel heredó la pasión de la lectura y escritura de su madre, quien “estaba encantada con Gustavo Adolfo Bequer”. Es un hombre cuyo “hijos son mis cuatro perros”.

Para él “la poesía también es una forma de servir, de entregar” y es lo que pregona para encontrar la felicidad de cada uno. Porque “la felicidad es un estado de plenitud. Son alas que de pronto vuelan y se van, pero está en nosotros cultivarla a pesar de las circunstancias.”

Santos Nahuel espera cada fin de semana para ser leído, para abrir su corazón. Allí, en la plaza él sigue apostando a las letras, a sus enseñanzas de vida, al amor, casi como un legado para aquellos que siguen prefiriendo el método del papel, la palabra y el canto directo del autor.