Gustavo Molina jugaba al fútbol, sufrió un ACV y ahora es un profesional de la construcción

Gustavo Molina es un ejemplo de vida y superación. Jugaba al fútbol profesional cuando un ataque cerebral isquémico le cambió la vida. Siguió la lucha junto a su familia, enfrentó la pandemia Covid-19, y hoy trabaja sobre planos de construcción de obras. Mirá por qué se produce un ACV y qué hacer.

Gustavo Molina, su pasión por el fútbol no tiene límites, sufrió un ACV, sueña con estar ligar al deporte, pelea contra la pandemia Covid-19 y reconstruyó su vida.
Gustavo Molina, su pasión por el fútbol no tiene límites, sufrió un ACV, sueña con estar ligar al deporte, pelea contra la pandemia Covid-19 y reconstruyó su vida. Foto: Los Andes

Responsabilidad, dedicación, entrega, algunas de las virtudes que describen a Gustavo Molina, el “Pelado”, como el mundo del fútbol lo conoce, un jugador que tenía proyección nacional integrando el plantel de Deportivo Maipú. De repente, su vida dio un giro inesperado, había sufrido un ACV (Accidente Cerebro Vascular). Y todo cambió.

A los 40 años recuerda aquel enero de 2009. Fue un golpe muy duro para el fútbol de Mendoza: “accidente cerebro vascular isquémico”, sorprendía a todos y cuya información era escasa. “De estar jugando al fútbol profesional una tarde, al otro día todo se transformó”, remarcó a Vía Mendoza, Gustavo Molina.

Gustavo Molina hoy es requerido en la construcción de obras por su responsabilidad en el trabajo de diseños.
Gustavo Molina hoy es requerido en la construcción de obras por su responsabilidad en el trabajo de diseños. Foto: ViaMendoza

“En un principio, no tenía conciencia de lo que me había pasado. Luego me fui dando cuenta y tenía que hacer una rehabilitación que es nada más y nada menos que adaptarte a tus dificultades. Fue el apoyo de la familia lo que me hizo salir adelante”, remarcó Gustavo quien hoy, luego de 13 años sin poder jugar al fútbol, su vida transcurre entre planos y diseños de construcción en AutoCAD.

Gustavo Molina, trabaja en diseños de construcción de obras.
Gustavo Molina, trabaja en diseños de construcción de obras. Foto: Vía Mendoza

El pasado 24 de enero se cumplieron 13 años de aquella despedida del fútbol en un partido disputado en la cancha de Huracán Las Heras. En esos días el presidente del Globo lasherino era Ricardo Pistone y el técnico Darío Alaniz. “Me ayudaron mucho. Me brindaron todo hasta la posibilidad de jugar una vez más”, contó como si estuviera dentro de la cancha ese mismo día.

“Había logrado el objetivo de ingresar una vez más a la cancha y jugar, pero sabía que ocupaba un lugar de otra persona que podía dar más en lo futbolístico. Fue triste la decisión, pero sentí alegría a la vez, una descarga emocional, además sabiendo que mis padres, familia estaba en la tribuna. Era el final del fútbol”, remarcó.

El día que regresó Gustavo Molina a las canchas, se dio cuenta que no podía seguir y se retiró en Huracán las Heras.
El día que regresó Gustavo Molina a las canchas, se dio cuenta que no podía seguir y se retiró en Huracán las Heras. Foto: Prensa HLH

Su rehabilitación tuvo un proceso de avance acelerado en un principio por su capacidad aeróbica y estado físico, logrado como jugador de fútbol, pero luego se fue reduciendo a mejoras puntuales.

“Al principio las mejoras fueron muy notorias. De estar en una silla de ruedas a caminar era un cambio tremendo, pero luego fue más paulatino ya que los trabajos de rehabilitación son más puntuales y requieren más tiempo”, detalló Gustavo quien se fue marcando objetivos, y eso lo motivó para salir adelante, con el poyo incondicional de su familia, “no sólo ellos sufren, sino que sus tiempos en la vida cotidiana también cambian, ya que te deben ayudar y eso es impagable”.

Es una persona agradecida de todos quienes estuvieron a su lado y lo ayudaron: “Mi objetivo era correr y para eso debía esforzarme más. Tuve la suerte de tener la familia unida, de contar con profesionales tremendos como son los del Centro de Rehabilitación Ciprés, ellos me adoptaron (se ríe) y dieron todo lo mejor”, relató emocionado y agradecido.

Gustavo Molina en las canchas y “Saber que se puede”

“Antes de mi ACV yo ayudaba a ciegos y a personas en sillas de ruedas”

Antes de que padeciera el ACV, Gustavo también, en su vida diaria, observaba y ayudaba a personas con discapacidad, “no lo veía mal, simplemente pensaba que esa persona tenía un problema y trataba de ayudarlo como hice siempre, a personas ciegas o en sillas de rueda para que cruzaran la calle. Luego de mi accidente, me da bronca sabiendo por lo que tiene que atravesar esa persona y su familia”, expresó.

Pero su lucha por llegar a jugar al fútbol continuó en el Cenard. “Estuve entrenado en fútbol adaptado pero nació mi hija (Mia Valentina) y todo cambió una vez más. Regresé a Mendoza y estuve a su lado. Es la prolongación de mi vida, de mi familia. Hoy, no me arrepiento, por el contrario, trabajo y cubro las necesidades de mi familia”, sentenció.

La pandemia de Covid-19 fue otro obstáculo en su vida como para toda la humanidad. No pudo seguir ligado al deporte, continúa con los recaudos de salud teniendo en cuenta que es persona con factor de riego, pero nunca pierde la fe. “Hay que seguir luchando y esperar la oportunidad para poder estar ligado al deporte. De 100 casos de ACV uno se salva, yo fui esa persona, me adapté a mi nueva vida y soy positivo”.

El Maestro Mayor de Obras e inspector de seguridad contra incendios, reconstruyó sus cimientos, edificó una nueva vida y proyecta un rascacielos de sacrificios, esperanza y bondad.

Cómo se produce un ACV

Paso por paso de un ACV detallado por el neurólogo Conrado Estol

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