“Coincidir no es casualidad”, la columna de Agustín Artucio Verzeñassi del Azar

El escritor paranaense nos propone reflexionar acerca de esos vínculos inesperados con los que nos vamos encontrando a lo largo de nuestra vida.

La reflexión dominguera de Agustin Verzeñassi del Azar
La reflexión dominguera de Agustin Verzeñassi del Azar Foto: Vía Paraná

Dicen que dos personas jamás se cruzan por casualidad.

Ni siquiera cuando la coincidencia se da solo por un par de minutos.

Dicen que cada vez que alguien aparece en tu camino es por una razón.

Viene a dejarte algo y a llevarse parte de vos.

Dicen que hay personas que son capaces de cambiarte la vida por completo en cuestión

de instantes.

Sí, parece descabellado, pero, si te detenés a pensarlo, no lo es tanto.

Pensá en la cantidad de veces en que un gesto de la persona adecuada te cambió el día

por completo.

Haya sido por medio de un mensaje de texto, de una carta, una mirada o una sonrisa.

Dicen que cuando dos personas se encuentran realmente hay un enorme intercambio

de energías.

Esto es creer o reventar, pero en toda creencia popular tiene que haber algo de verdad.

Si me lo preguntás, estoy convencido de que hay personas que aparecen en el instante

justo en el que deberían hacerlo para enseñarte algo.

Puede que te enseñen a amar o a amarte.

Puede que se queden para siempre o solo un instante.

Pero no creo en que nadie que se pare en tu camino lo haga por pura casualidad.

También dicen que dos personas destinadas a coincidir lo van a hacer una y otra vez.

Yo no sé nada de destinos, ni de eternidades, pero sí sé que hay personas con las que

uno se siente diferente.

No sé si me estás siguiendo, pero hablo de esas veces que conocés a alguien y de pronto

sentís como si te hubieses reencontrado con una vieja amistad.

Como si su relación existiera desde mucho antes.

No hay manera de explicarlo, uno lo siente y ya.

Las personas entran y salen.

Van y vienen.

Toman y dejan.

Aman y destruyen.

Aún así, uno sigue adelante.

Con o sin ellas.

Entero o en partes.

Y no hay nada que pueda hacerse, lamentablemente, para saber distinguir con

anticipación quién se va a quedar y quién no, quién te va a enseñar a amar y quién está

a punto de romperte el corazón.

Solo se puede confiar en que estás donde tenés que estar y en que, llegue quien llegue,

sea lo que sea lo que haya venido a enseñarte, no es una casualidad.

Tal vez se trate en definitiva de dejar de pensar tanto antes de hacer todo y confiar en los sentimientos un poco más.

¿Que mirá si de tanto preocuparte por el final te terminás perdiendo la oportunidad de vivir una historia sin igual?