Hay personas que jamás nos dejan

Como cada domingo, el joven escritor paranaense nos vuelve a regalar el arte de su pluma; esta vez para reflexionar acerca de los lazos que construimos en vida y que nos acompañan hasta la eternidad.

La reflexión dominguera de Agustin Verzeñassi del Azar
La reflexión dominguera de Agustin Verzeñassi del Azar Foto: Vía Paraná

En general, cada vez que alguien se va, la gente usa una frase particular:

-Puede que no esté físicamente, pero vas a llevarlo siempre con vos en tu corazón.

Sí, tal vez suene un poco cliché y de tanto repetirse haya perdido un poco su significado. Que, vamos, cuando uno acaba de perder a alguien amado, lo último que quiere escuchar es que le digan que no se fue y que su esencia siempre va a estar ahí.

Sin embargo, es así, en gran medida, como funciona.

Cuando se ama alguien de verdad, cuando se forja un vínculo realmente estrecho entre dos personas, estas jamás se sueltan, ni siquiera cuando una de ellas se va.

De eso se trata amar.

De forjar lazos irrompibles.

De seguir estando cuando ya no se está.

De llevar al otro consigo a todos lados.

Hay personas que jamás nos dejan.

Porque ya no son algo externo, sino que se volvieron parte nuestra.

Están en nuestra risa.

En nuestra manera de mirar.

Incluso en nuestras palabras y gestos.

Te lo digo, puede sonar cliché, pero es la verdad.

Hay personas que se van pero jamás nos dejan.

Pues, el amor se transforma en un vínculo que vence el tiempo y la distancia.

Y sí, puede que te olvides de ciertas cosas.

O te angusties al darte cuenta de que ya no recordás su voz.

Pero no te preocupes, que eso no significa nada.

Lo que los une es todo lo que vivieron y, bueno, por supuesto que lo que sintieron.

Hay personas que jamás nos dejan.

Porque, en realidad, nunca se fueron.

Porque parte de ellas seguirá viva siempre en nosotros.

Porque así es como funcionan el amor y los recuerdos.

Resguardando del olvido a quienes fueron capaces de marcarnos de verdad.

A esas personas a quienes realmente amamos y dejamos entrar.

*Esta columna va con una dedicatoria especial a mi amigo Chori, que hace tiempo partió, pero jamás se fue*