Conocé el Voluntariado Santa Rita que brinda apoyo a los niños internados en el Hospital San Roque.

Hilda Filibert, es docente jubilada de nivel primario, tiene 76 años, enviudo hace 20 días y tiene una hija de 28 años. Se jubiló en el 2001 y a partir de allí es parte del voluntariado Santa Rita. Lo había visitado en su transitar como maestra y allí se despertó en ella el interés de ser voluntaria.

Volunariado Santa Rita. Hospital de niños San Roque. Entrevista con Hilda.
Volunariado Santa Rita. Hospital de niños San Roque. Entrevista con Hilda. Foto: web

VíaPaís Paraná entrevistó a Hilda Filbert, docente jubilada que cumple turnos durante la semana como voluntaria en el hospital San Roque de Paraná.

Santa Rita es una asociación sin fines de lucro que cuenta con más de 60 años desde sus inicios. Funciona en el corazón del el Hospital San Roque de la ciudad de Paraná. Está conformado por un grupo de aproximadamente 30 mujeres, que destinan su tiempo brindando un apoyo invaluable a los niños internados y a sus familiares, iluminando sus días con gestos de cariño y contención.

Volunariado Santa Rita. Hospital de niños San Roque. Entrevista con Hilda.
Volunariado Santa Rita. Hospital de niños San Roque. Entrevista con Hilda. Foto: web

Al lado de la capilla, allí la puerta para acceder al voluntariado tocando timbre, aparece Hilda, una mujer de estatura media, con una sonrisa en el rostro, llevando orgullosa la chaqueta cuadrille roja y la identificación en su pecho. Rubia, prolija, lapicera, cuadernito y celular en mano dice: “lista para la entrevista”, exclama.

Mientras, dentro del lugar, Silvia Morelli, compañera de Hilda, acomoda la mesita en el hall, con un mantelito cuadrillé y corre hacía un lado las canastas y la plantita dispuestas como centro de mesa. “¡Así salen bien prolijas las fotos!, dice.

Suena el timbre, Hilda se levanta a atender.

El movimiento de gente era bastante, se escucha a una señora detrás de la puerta pidiendo pañales, ropa.

“Viste, así a cada rato”, acota. “Pero nosotras no le damos a cualquiera los pañales, ni la ropa, es para la gente que está internada manifestó haciendo un gesto con sus manos y su rostro.

Volunariado Santa Rita. Hospital de niños San Roque.
Volunariado Santa Rita. Hospital de niños San Roque. Foto: web

De todo se toma registro en el Voluntariado, hay cuadernito para todo, de Ingreso y Egreso. Se cuenta cada vez que se ingresa al turno, sobre todo los pañales.

“Todo está etiquetado, no hay nada que se pierda, que se pase por alto. Hay un cuaderno de Novedades y también de Tarea”.

- ¿Por qué y cuándo se unió el voluntariado?

- Yo te diría que soy medio atemporal, o sea, no tengo memoria, sí registro histórico, fácilmente 15 años. No tengo fija la fecha que ingrese. Hice el curso e ingresé.

Yo siempre dije que de alguna manera iba a devolver a la sociedad lo que yo he recibido y el voluntariado en alguna oportunidad lo visité, por ahí traíamos donaciones cuando daba clases, y dije, bueno, el día que me jubile me ofrezco para voluntaria.

- ¿Cuál es tu función dentro del voluntariado?

- Yo en este momento estoy integrando la Comisión de ropero. O sea, estamos agrupadas por comisiones, de manera que podamos organizar las donaciones y todo lo que recibimos. Por cierto, recibimos mucho. Entonces, por ejemplo, está es la Comisión de Pañales, la Comisión de Zapatos, la comisión de Ajuares y la Comisión de ropero, la Comisión de lo social.

Volunariado Santa Rita. Hospital de niños San Roque. Entrevista con Hilda.
Volunariado Santa Rita. Hospital de niños San Roque. Entrevista con Hilda. Foto: web

Nosotras acá recibimos donaciones permanentemente. Estas donaciones entran, se clasifican, se ven si están bien, si son hospitalarias, si están en condiciones. Es un trabajo arduo porque se recibe mucha donación, no siempre adecuada al hospital. Es mucha la demanda.

Lamentablemente por ahí la gente cree que es sacarse cosas de encima. La gente saca de su casa lo tiene para tirar, en lugar de tirarlo, lo pone una bolsa y lo trae acá, no siempre la ropa es adecuada.

También tenemos donaciones extraordinarias, abuelas, por ejemplo, que tejen mantillas, escarpines, chalequitos y camperitas.

Buzos de hombre, pantalones de mujer, camisas, calzas de nena, todo perfectamente ordenado, etiquetado, por talle, por género. Todo en su cajita, limpio, desinfectado.

Los juguetes ocupaban toda una sala, muñecas, autitos, todo en perfecto estado y listo para ser entregado a quien lo necesite.

- Bueno, y dentro del voluntariado, ¿cómo describe esta experiencia usted?

- Es una experiencia enriquecedora. Uno comparte, aprende.

-¿Vivió algún momento gratificante?

- Sí. Todas los las veces que vengo siempre hay algo lindo. Ver la carita de un niño que está llorando en la cama y te le apareces con un juguete y te mira, y bueno, ya cambia todo, te entregan un dibujito, por ejemplo. Yo tengo uno guardado en un saco para no perderlo, expresa.

Hilda toca su bolsillo superior derecho y señala el dibujo que atesora con mucho cariño.

- Otro momento es cuando el papá está solito con el nene y son de esas personas que como que no tienen derecho a nada, que están atendidas y les digo: ¿no te gustaría un juguete? Y no te dicen ni sí, se asombran de que les preguntes algo.

-¿Enfrentaste algún desafío?

- Varios desafíos, sobre todo los desafíos pequeños y diarios de gente humilde que de pronto cree que nosotros le tenemos que resolver todo. Entonces, cuando le decís, Mira hijito, no, no puedo, no puedo, se enojan. La gente piensa que tenemos una boutique.

- La verdad, si yo tengo que decir, no tuve situaciones muy enojosas. Por ahí la gente se rebela con el NO. O por qué no le diste la ropa que ella quiere o porque no es de marca, no es auténtica, no le gusta. Pero en realidad yo así situaciones violentas, de esas no he tenido.

- ¿Cómo crees que tu trabajo como voluntaria impacta en la vida de los pacientes?

- Nos reciben muy bien, sobre todo la gente del interior, es como que se siente acompañada. Nos toman por ahí como como confidente.

- ¿Cuál es la rutina que desarrolla usted?

- Yo ahora llegué y miré qué salas fueron visitadas a la mañana y elijo una sala a la tarde de las que no estuvieron visitadas, porque por ahí hay salas que se visitan todos los días y salas que no. Como estamos quedando poquitas, por eso el curso, y entre las poquitas accidentadas o enfermas.

Por ejemplo, ella que hoy tenía que estar, no puede, ¡mira como esta, con la pata arriba!, se accidentó, (exclama mostrando la foto de la pierna afectada de María Eugenia Llano, quien minutos antes le había enviado un mensaje).

Hoy, por ejemplo, nosotras en el turno somos 6. Es un turno super abundante porque ya venimos de antes, porque los otros turnos se han ido descabezando, digamos porque gente que se ha ido.

En realidad, la gente nos tiene mucha confianza, nosotras no podemos preguntar nada, escuchamos.

Vuelve a sonar el timbre.

- Bueno sigamos, eso me tiene media descalabrada porque hay una familia de concordia con una bebé que está muy grave y recién vino la mamá y el papá a pedir el sacerdote, esas situaciones así me tienen mal y la verdad es que vienen a buscar contención.

Hilda toma su celular y se comunica con el sacerdote.

¿O mamás que están solas, viste, que tienen una necesidad de hablar? Bueno, te sentas con ellas y las escuchas.

O una mamá, por ejemplo, una situación. Esa sí fue interesante, esa anécdota me quedó. Una mamá que vino de Misiones. Tenía una nenita y ya venía con trabajo de parto desde allá. En Cerrito, las cosas se complicaron, era bastante urgente. La trajeron al hospital así sin nada, la hijita y ella en situación de parto. La familia vivía en Córdoba.

Esos 3 o 4 días que estuvo internada, le cuidamos la hija, y yo, le hacía de niñera. Jugábamos con ella por supuesto que le dimos ropa y todo hasta que vino la mamá.

Lo que me impactó esa esa esa chica es que hasta el día de hoy nos sigue agradeciendo. Fue una experiencia muy linda.

-- ¿Qué Consejo le darías a alguien que está considerando unirse hoy al programa de voluntariado?

- Fundamentalmente “Compromiso”. Porque no es decir vengo a pasar el tiempo ya que me siento sola o no tengo nada que hacer. Es compromiso y entrega. No por el hecho de ser voluntario, hago lo que yo quiero. Entro con responsabilidad de aceptar las normas. Tenemos un reglamento.

- ¿Cómo se puede acceder al voluntariado?

- Bueno, normalmente se hace un curso, es según la necesidad de voluntarios que se necesitan. Por ejemplo, antes de la pandemia hicimos un curso y después ya no; ahora sí porque hay muchas que han renunciado, las cosas se han puesto más difíciles, entonces necesitamos gente porque hay turnos que están con faltantes de voluntarias. Eso es fundamental.

El curso se hace como para cubrir las vacantes. Hay turnos en los que hay una o dos y ahora nos falta bastante gente en distintos turnos. Los sábados atendíamos de mañana y de tarde ahora solo se atiende a la tarde, los viernes creo que hay una o dos, o sea, estamos medias cortas de gente.

Es una oportunidad también para la para los que se sienten con necesidad de entregar algo.

Hilda llama a Silvia para que nos explique en profundidad.

Yo estuve media ausente con esto este año, relata Hilda.

- Las inscripciones se realizan de forma presencial, se llena una planilla, tenés que ser mayor de 21 años.

- El curso dura 6 meses, 3 de teórico y 3 de prácticas. Se evalúan las condiciones y ya entras al Voluntariado - explica Silvia -

- Algunas abandonan más que nada al empezar con las prácticas, es difícil, tenés que vivir muchas muchas experiencias y situaciones no agradables y no todas tienen la fortaleza - agrega Hilda -

- El viernes 10 de mayo se comenzó con la primera clase teórica de este curso -finaliza Silvia-

- Según el índice del INDEC el 31,8 de los hogares está bajo la línea de pobreza. Esto según los datos del segundo semestre del año 2023. ¿Cómo repercute esto dentro del Voluntariado?

- ¡Mira!, fundamentalmente acá lo que se ve “es la necesidad”. Cada vez vienen más desprotegidos, hay carencia. Además, ¿cómo decirte?, hay un deterioro de la condición general.

Nosotras como voluntarias, lo que nosotros reconocemos, es que, a pesar de las crisis, a pesar de lo que pasa, nunca nos falta un pañal, nunca nos falta una ropa. Todavía existe mucha solidaridad, ha disminuido, pero todavía podemos mantener el nivel de ayuda que hasta ahora venimos teniendo. Algunas cosas se han modificado un poquito, por ejemplo, antes dábamos más pañales y ahora damos un poquito menos. Lo que nunca nos falta es ropa, diría que sobra. Y en insumos, generalmente nos arreglamos, siempre hay, es como que tenemos “una protección” cuando estamos quedando sin nada, aparece.

Para Hilda, ser voluntaria es más que una simple actividad; es una forma de vida, una vocación que le permite retribuir a la sociedad todo lo que ha recibido y contribuir a mejorar la vida de quienes más lo necesitan.

Su historia es un ejemplo inspirador de la fuerza del amor, la entrega y la solidaridad. En un mundo que a veces parece frío e indiferente, Hilda Filibert y el Voluntariado Santa Rita nos recuerdan que la bondad y la compasión aún existen, y que siempre hay algo que podemos hacer para ayudar a los demás.