La celebración de la Virgen de Luján no pasó desapercibida en Pérez

Se realizó una procesión por el barrio Talleres con la imagen de Nuestra Señora.

La celebración de la Virgen de Luján no pasó desapercibida en Pérez
La celebración de la Virgen de Luján no pasó desapercibida en Pérez Foto: Mariel Díaz

Este domingo, la fiesta de la Virgen del Luján no pasó desapercibida en nuestra ciudad, a pesar de que su celebración se traslade al día lunes. Se realizó una procesión por el barrio Talleres con la imagen de Nuestra Señora y la nueva autobomba adquirida por los Bomberos también se hizo presente para acompañarla.

Luego de la celebración de la Santa Misa, se realizó la procesión por el barrio. Los fieles acompañaron la imagen rezando y cantando. Muchos vecinos decoraron sus casas para honrar el paso de la Virgen María bajo la advocación de la Virgen de Luján, o Nuestra Señora de Luján, Patrona de Argentina.

La celebración de la Virgen de Luján no pasó desapercibida en Pérez
La celebración de la Virgen de Luján no pasó desapercibida en Pérez Foto: Mariel Díaz

En el año 1630, un portugués llamado Antonio Faría que vivía en Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán (Argentina), le pidió a un compatriota suyo que residía en Brasil, una imagen de la Inmaculada Concepción de María, porque quería venerarla en la capilla que estaba construyendo en sus tierras.

El amigo envió dos estatuillas para que don Antonio pudiera escoger una de ellas: una era la Inmaculada Concepción y otra representaba a la Madre de Dios con el niño Jesús en brazos. Ambas imágenes fueron colocadas en cajas y enviadas en una carreta junto con otros objetos. Cerca del Río Luján, en Buenos Aires, y después de tres días de viaje, los encargados de transportar la carga decidieron pasar la noche en la Estancia de Rosendo de Trigueros.

La Virgen que se quiso quedar

Al día siguiente, los bueyes no podían arrastrar más el cargamento y todos los intentos que realizaron los encargados para mover los animales fueron inútiles, hasta que a uno de ellos se le ocurrió bajar de la carreta una de las cajas, pero tampoco tuvo resultados. Los hombres subieron la caja de nuevo y probaron bajando la otra que para sorpresa de todos, la carreta por fin se movió. La Virgen Inmaculada no quería irse de aquel lugar y se quedó en la casa de Don Rosendo, donde la familia la recibió con alegría.