En Iguazú la infancia toma la batuta

El gran festival Iguazú en concierto cumple diez años y lo celebró con una edición especial: más de 700 chicas y chicos de todo el mundo en escena, unidos por la alegría y lenguaje universal de la música.

Iguazú en Concierto
Iguazú en Concierto

El contexto no puede ser más lindo: nuestras cataratas y la selva a pasitos, mariposas revoloteando, la calidez de los días pese a que en otros rincones de la Argentina se siente la llegada del invierno. Iguazú en Concierto, el megafestival de música que cada año reúne en Misiones a 700 niñas, niños y adolescentes de todo el planeta, anda cumpliendo una década y esa "vibra" se respira en el aire.

Hay ansiedad, emoción y muchas ganas de dejar lo mejor, tanto de parte de los talentosos artistas y sus familias, como de quienes se ocupan de que todo salga de perillas, como la directora artística, la reconocida Andrea Merenzon. Y ni hablar del público que llega para disfrutar de una escapada de naturaleza y música de otro mundo... Porque en estos cinco días de conciertos al aire libre y en los mejores hoteles de Iguazú (este año se hizo del 18 al 22 de junio), los chicos ofrendan su arte estimulados por algo poderoso: compartir el lenguaje universal de la música y tejer amistades que surcarán cordilleras y mares.

En estos escenarios hay directores con batutas, pero la infancia manda: vuelan pelucas, se baila mucho y brotan risas no programadas cuando aparece la Orquestra de Cordas Instituto GPA, de Brasil. También hay espectáculos de ritmo infinito, como el que ofrecen los adolescentes de Trinidad y Tobago con sus increíbles tambores artesanales. El saxofonista misionero Tomy Rossi (12) y los hermanitos violinistas Breshears (Dustin 12, Starla 11, Valery 10 y Colin 7), de los EE.UU., podrían entrar en la categoría "público boquiabierto". La lista es inmensa y no alcanzarían diez revistas para hacerles a todos el merecido honor. Pero ya lo decía Beethoven: "Donde terminan las palabras, comienza la música", y a estas criaturas es hora de escucharlas.

María josé arjona (11)

"La azuquítar" de Barranquilla, Colombia​.

Cuando María José empieza a cantar cunden las caras de asombro. Es de manual. Sucedió el año pasado, cuando resultó ganadora del reality musical La Voz Kids, en Bogotá, y pasa ahora, cada vez que descarga su potencia en algunos de los multitudinarios shows de Iguazú en Concierto.

Es menudita para sus once años pero dueña de una voz poderosa y dúctil que podríamos atribuir a una cantante adulta de jazz. Pero lo suyo, su amor, son las baladas rancheras que escucha en la radio mientras su mamá cocina. Sus ensayos son allí, en el nido familiar, porque "Azuquítar" –como todos la llaman por su adoración a Celia Cruz– vive en una barriada popular de Barranquilla llamada "La Chinita", donde no hay conservatorios ni escuelas de música.

"Yo soy cantante empírica, nadie me enseña. Y bueno, de hecho, empecé con todo esto en el baño", se mata de risa. "La primera canción que canté era de Amanda Miguel, 'Así no te amará jamás'. Mi papi me descubrió y pensó que soñaba; cuando vio que era cierto, mandó una grabación a La Voz Kids. La primera vez no, pero la segunda, el año pasado, ¡gané!", cuenta feliz.

“Aprendí a cantar a los cinco años mientras me bañaba, nadie me enseñó”

"¿Que por qué me gusta cantar? ¡Ay...! Es que la música transfiere a otros lo mucho que yo siento, mi alegría. También me emociono cuando escucho a otros cantar. Para el cierre de Iguazú en Concierto preparé 'Colombia, tierra querida', una cumbia muy representativa de mi país, muy movida. !Es un honor cantar con una orquesta gigantesca de niños de todo el mundo! Deseo que sientan mi corazón. ¡Es tan bonito estar aquí! Es una oportunidad súper grande para mí y la agradezco mucho".

Iván Plaus (15)

Ávila, España

A Iván que es trombonista, las palabras le afloran con timidez y mucha emoción. Cada chico experimenta este sueño de Iguazú en Concierto a su manera, y para él se traduce en un nudo en la garganta a cada rato.

"Es muy impactante esta experiencia. Muchas emociones, no se puede describir tanto a la vez; porque además de la música, he conocido muchos amigos que serán para toda la vida. Ya estamos hablando de visitarnos en nuestros países", se entusiasma.

“Los amigos que he conocido en Iguazú me acompañarán toda la vida”

"Es la primera vez que vengo a Iguazú ¡y a América! Y es la primera vez que paso tanto tiempo metido en un avión", se ríe.

Iván es de Ávila, una ciudad cercana a Madrid, y viene de una familia musical: su abuelo era clarinetista y su papá, violinista y profesor en varios conservatorios, entre ellos el de Ávila, donde Iván estudia. "El trombón para mí lo es todo. Toco desde los ocho años y me gustaría ganarme la vida así. La música me provoca mucha felicidad y también cansancio a veces. Me transporta a otro mundo. Soy feliz tocando música, esto me colma".

Iván, que desde chico fue considerado un prodigio musical, es imagen de la prestigiosa marca austríaca de instrumentos de viento Schagerl. Y este año, además de ser seleccionado para el gran festival misionero, fue elegido por la Royal Concertgebouw Orchestra de Ámsterdam, una de las más importantes sinfónicas del mundo, para un proyecto de jóvenes.

"Me faltan palabras para todo lo que está pasando. Me gustaría seguir viniendo a Iguazú. ¡Hay gente que ha venido los diez años! Las cataratas son mucho mejores que en las fotos. Esta naturaleza me ha inspirado, es más lindo tocar acá que dentro de una ciudad".

Tomy Valentino Rossi (12)

Puerto Rico, Misiones​

Tomy es saxofonista, muy simpático y parlanchín. Es de la ciudad misionera de Puerto Rico y llegó a Iguazú en Concierto participando del "Audition", una modalidad que brinda el festival para aquellos niños y niñas que son solistas o cuyas agrupaciones no han participado. Los pequeños músicos mandan sus videos a la web, y el público y un jurado deciden si entran. Y Tomy dejó a todos boquiabiertos.

"Cuando yo estaba en la panza, mi papá tocaba para que yo lo escuchara porque él también es saxofonista. Y a los ocho años me enseñó las notas básicas de las escalas. Quiero ser un gran saxofonista y un ingeniero automotriz. Creo que podré bien con las dos cosas, ¿no?", cuenta entusiasmadísimo apenas Rumbos le pregunta por su trayectoria.

“Quiero ser un gran saxofonista y también ingeniero automotriz”

Y arremete enseguida con la siguiente reflexión: "A mí la música me apasiona porque es algo hermoso que podés compartir... Y me gusta mirar también a los que escuchan, ¡que se ponen tan felices! Además, con la música nos entendemos todos. Acá vienen chicos de muchos lados, con otros idiomas, y nos comunicamos lo más bien", asegura.

Para Tomy, Iguazú en Concierto es sinónimo de amistad: "Me hice muy amigo de Iván Plaus, de María José y de un chico de Tailandia que se llama Momo. Quiero volver y pasarla a full. Estoy feliz de hacer música, es lo más lindo del mundo".