Malvinas 40 años: la historia del veterano que sigue luchando contra el olvido de los excombatientes

“Yo quería vivir y creo que lo logré”, sostuvo Diego Morano, el hombre que luchó a los 19 años en Malvinas. En diálogo con VíaPaís recordó lo vivido en 1982, un hecho que dejó muertes durante y después de la guerra.

Diego Morano, combatió en Malvinas a los 19 años recién cumplidos.
Diego Morano, combatió en Malvinas a los 19 años recién cumplidos. Foto: Gentileza Diego Leonardo Morano

Diego Morano tiene 59 años y vive en General Pico, La Pampa, pero su acento cordobés lo delata y su historia como excombatiente lo acompaña. Se ceba unos mates, se acomoda en la silla y se prepara para recordar lo que vivió 40 años atrás en las Islas Malvinas.

Cabe destacar que, tal como pasa cada 2 de abril, los 14 de junio no son un día más, sino que es la fecha que indica el fin de la guerra bélica y que da inicio a nuevos desafíos para los jóvenes que en el 82′ lucharon por su patria.

Para conocer la historia de Morano, es preciso entender todo lo que pasó antes del cierre del conflicto. En diálogo con VíaPaís, el exsoldado contó parte de su historia, la de un joven de 19 años que dio todo por su país. La guerra se abrió paso un 2 de abril de 1982, marcando la historia de Argentina y, sobre todo, la de quienes la vivieron en primera persona.

Cuando se desató la guerra, yo ya estaba en Malvinas”, contó Morano, que en ese momento había ingresado al servicio militar obligatorio (la Colimba). El cordobés formó parte de la Sección AOR del Regimiento de Infantería 25. Fue mientras se dirigían hacia las Islas que les informaron que pelearían contra los ingleses.

Diego Morano embarcando hacia Malvinas en el Ara Almirante Irizar
Diego Morano embarcando hacia Malvinas en el Ara Almirante Irizar Foto: Gentileza

El trayecto fue así: dentro de Chubut fueron de Sarmiento a Comodoro Rivadavia, luego viajaron a Bahía Blanca y de ahí se embarcaron en el Ara Almirante Irizar. “El Contraalmirante Carlos Busser, camino hacia Bahía Blanca, lee una arenga y nos dice ‘Ustedes van a quedar en la historia, van a recuperar nuestras islas’. Ahí me entero de que voy a Malvinas”, señaló.

La incertidumbre, el miedo y el instinto de supervivencia lo invadieron. Incluso expresó que los sentimientos que tuvo allá siguen vivos. Si bien acepta el título de veterano, no el de ‘excombatiente’, pues él continúa combatiendo para que los argentinos no se olviden lo que ocurrió en 1982.

La primera misión que tuvo fue ir junto a un grupo de ingenieros para cortar las comunicaciones en las estancias. Con ese material, más lo que habían llevado, levantaron una estación de radio y pudo comunicarse con su familia. Incluso se escribían cartas, telegramas. Los que él enviaba eran recibidos, pero los de sus seres queridos jamás le llegaron.

Combate de Darwin: uno de los más crueles de la Guerra de Malvinas

Hay una fecha que el veterano de guerra tiene marcada: “La historia nos asignó un rol terrible porque el combate del 28 de mayo fue tremendo”, confirmó. Aquel día se desató el Combate de Darwin, una de las 20 batallas más crueles que los ingleses tuvieron en la guerra, según catalogan.

Sin esperanzas de volver a su país con vida, peleó junto a sus compañeros durante 5 o 6 horas. Se cuidaban los unos con los otros, el sentimiento de camaradería estaba más que presente, ya que eso fue lo que les inculcó el Teniente Roberto Estévez.

Teniente Roberto Estévez, jefe de Diego y caído en Malvinas.
Teniente Roberto Estévez, jefe de Diego y caído en Malvinas. Foto: Gentileza

En un pozo de zorro peleó y resistió aquella noche. El Puerto Darwin o Pradera del Ganso se inundó de disparos y bombardeos. La instrucción era clara: “Cuando veía el fogonazo sabía que la bala venía, entonces tenía que agacharme y decirle a mi compañero de al lado que dispare hacia ese lugar”.

“Caen 12 de nuestros compañeros, muchísimos heridos hasta que nos quedamos sin municiones. Creo que estoy vivo y contando esto porque Estévez muere en ese combate: primero dos tiros en el brazo, después en una pierna y luego un disparo fatal en el pómulo que terminó con su vida”, recordó Diego.

Tumbas de los caídos en Malvinas.
Tumbas de los caídos en Malvinas. Foto: Gentileza

Aunque su Sección estaba bien equipada al lado de las otras (lo suficientemente bien como para aguantar por casi 6 horas), Inglaterra recibía ayuda de la OTAN, con lo cual contaban con más elementos de combates que les favorecían. Así, por la falta de municiones, el bando argentino les cedió la victoria.

Guerra de Malvinas, el conflicto que se llevó la vida de muchos argentinos

Como en toda guerra, el hambre, el frío y la muerte están presentes. Morano recordó a los caídos de su Sección: conocidos, amigos, hermanos del corazón. “Hice el colegio secundario seis años, con esos compañeros fuimos a hacer el servicio militar, formamos parte de la Sección AOR y fuimos a Malvinas juntos”.

Entre ellos nombró a un joven apellidado Allende, un colega de estudio que murió en ese combate al día siguiente, el 29 de mayo en Pradera del Ganso. “Cayeron 12 de mis amigos. Ya éramos un grupo, un cuerpo, nos cuidamos unos con otros”, explicó.

Malvinas 40 años: termina la guerra, comienza el olvido

En junio de 1982 finaliza el conflicto bélico entre ambos países. Al regresar a Argentina en un barco llamado Norland Hood como prisionero de los ingleses, el alivio lo invadió a Diego. En dicha vuelta, sin embargo, comenzaron a contar quiénes estaban y quiénes no.

Previo a ello, los heridos habían sido trasladados al Hospital de Campaña, y recién después fueron llevados al campo de prisioneros en San Carlos, sitio desde el cual partieron de regreso. Una vez en su país, los soldados arribaron a Campo de Mayo, donde se pudieron bañar después de tantas semanas.

Prisioneros argentinos por volar al campo de San Carlos.
Prisioneros argentinos por volar al campo de San Carlos. Foto: Gentileza

Lejos de tener una buena bienvenida, Diego contó: “Cuando llegamos a Argentina nos encontramos con la sorpresa de que la gente no nos quería abrazar. No nos encontrábamos en condiciones, teóricamente; estábamos muy flacos, yo me fui con 66 kilos y volví con 47, no por el hecho de que no nos dieran de comer, sino por la guerra en sí”.

Así empezó el olvido: “Al llegar nos escondieron -indicó-. Ningún profesional tampoco nos dijo qué nos podía pasar, nos mandaron a nuestras casas. Después entendí lo que era el estrés postraumático”.

Las muertes por Malvinas no terminaron en junio de ese año. Con el pasar del tiempo, los traumas de la guerra desembocaron en suicidios por parte de los veteranos. En el caso de Morano, buscó su sustento en la familia, los amigos, el trabajo y el estudio.

Sección AOR del Regimiento de infantería 25, donde se encontraba Diego Morano.
Sección AOR del Regimiento de infantería 25, donde se encontraba Diego Morano. Foto: Gentileza

En ese entonces todavía estaban bajo la dictadura militar, la cual fracasaría en 1983, y esta guerra sería uno de los factores. Mientras tanto, los medios y el gobierno de la época, al finalizar la batalla por la recuperación de las Islas, decían que Argentina estaba ganando. “Lo primero que se destruye en una guerra es la verdad”, afirmó el combatiente.

Obligados a ocultar todas sus vivencias en Malvinas

El 13 de junio Diego pisó tierra argentina y 10 días después le realizaron una nota para ATC. Sin embargo, poca era la libertad con la que contaban en la entrevista televisiva.

“Nos dijeron que el mensaje tenía que ser positivo, debíamos reírnos y estar contentos”, explicó el hombre. Había militares atrás de ellos mientras hablaban con el periodista para controlar lo que decían. “Pero cuando hablo de mi jefe, Roberto Estévez, yo digo: ‘Fue un tipazo’, en tiempo pasado”, indicó. Gracias a ello, los familiares del teniente se enteraron de su fallecimiento.

Si bien la recibida no fue la esperada, al volver a su ciudad -lugar al que tanto anhelaba regresar- ocurrió lo opuesto y no paró de recibir invitaciones para almorzar. De esta forma pudo readaptarse fácilmente. “Yo quería vivir y creo que lo logré. Algunos no, muchísimos. Son 632 los caídos, suicidados hay más de 600 y contando”, sostuvo.

Luego de 10 años pudo comenzar a hablar de la guerra. Sus psicólogos fueron los chicos, las aulas y los colegios, a donde iba a dar charlas. No obstante, su padre falleció sin saber lo que experimentó en Malvinas, y su madre y su hermana es al día de hoy que tampoco se animan a preguntar.

En 1994 se casó y se mudó a General Pico, de donde es oriunda su primera esposa. Fruto de ese matrimonio tuvo dos hijos: Franco y Oriana. Después se divorció y ya hace 18 años que está en pareja nuevamente, teniendo un tercer hijo llamado Luca. Jamás les habló directamente de lo acontecido, ellos se fueron dando cuenta al crecer.

Diego Morano regresa a su casa tras la Guerra de Malvinas.
Diego Morano regresa a su casa tras la Guerra de Malvinas. Foto: Gentileza

Habiendo peleado tan joven, Diego no entendió lo que significó la guerra en ese momento, pero al pasar el tiempo sí lo hizo. Ahora, a 40 años desde el conflicto bélico, lo único que puede sentir es orgullo por haber defendido el país.

“Más allá de que fue un hecho terrible, nosotros defendimos nuestra patria con el corazón y el sentimiento es ese hoy”, aseguró. Si bien Malvinas es parte de él, está convencido que también es una causa común de todos los argentinos. En memoria de su jefe y de todos sus compañeros caídos, Diego continuará contando su historia para que no sea olvidado el por qué lucharon en 1982.

¡Queremos contar tu historia! Nos interesa lo que tenés para contarnos, escribinos a historias@viapais.com.ar y un periodista de nuestra redacción se va a comunicar con vos.