Acampó para conseguir una vacante, viajó en moto todos los días 70 kilómetros por un solo ojetivo: recibirse de enfermera

Tamara García es de Neuquén y tras tres años de carrera y muchos obstáculos logró cumplir su meta.

Tamara García es de Neuquén y tras muchos kilómetros recorridos, mudanzas y noches en carpa logró recibirse de enfermera.
Tamara García es de Neuquén y tras muchos kilómetros recorridos, mudanzas y noches en carpa logró recibirse de enfermera. Foto: Río Negro

La vida de los estudiantes no es sencilla, conlleva mucho sacrificio y pocas horas de sueño. Pero al final todo vale la pena. Tamara García es de Neuquén y acaba de recibirse de enfermera. Sin embargo para lograrlo tuvo que hacer 70 kilómetros de ruta en moto durante meses y acampar durante cuatro días para conseguir una vacante.

Tamara tiene 32 años y comenzó a cursar la carrera de enfermería en el 2018. Esta decisión fue tomada en conjunto con su esposo Ángel Arangüere. Tenían una familia y eligieron estudiar porque estaban “cansados de trabajar de los planes”. La intención era realizar una carrera terciaria pero como vivían en Picún Leufú y la oferta era reducida, tuvieron que buscar otra opción.

“Mi idea era empezar en la policía, presentamos los papeles y lo eligieron a mi esposo y yo me quedé afuera”, contó Tamara a Río Negro. Sin embargo cuando una puerta se cierra, otra se abre. Un día la joven neuquina se encontró con una compañera que le sugirió estudiar Enfermería en Plaza Huincul. La inscripción era un 14 de octubre de 2018 en el Instituto Superior de la Cruz Roja. Había 50 cupos de los cuales 15 eran para estudiantes del interior.

El Instituto Superior de la Cruz Roja en Neuquén, donde Tamara cursó su carrera de enfermería.
El Instituto Superior de la Cruz Roja en Neuquén, donde Tamara cursó su carrera de enfermería. Foto: Cutral Co al Instante

Tamara y su compañera llegaron cuatro días antes de la fecha de inscripción y acamparon todas esas noches para poder conseguir una vacante. “Resulta que teníamos el número 16 y 17, o sea, no entrábamos. Pero yo dije: ya estoy acá, vine y me voy a quedar”, recordó Tamara. Ambas tuvieron la oportunidad de entrar ya que dos personas se fueron antes de las inscripciones.

70 kilómetros de ruta en una moto todos los días

Una vez aceptada en la carrera, Tamara debió sortear un nuevo obstáculo: el transporte. Tamara vivía en Picún Leufé y el Instituto quedaba en Plaza Huincul a unos 70 kilómetros aproximadamente. Su compañera le ofreció ir en moto y como nunca habían manejado en la ruta, decidieron hacer la prueba cuando tuvieron que hacerse el examen medico, experiencia que les llevó una hora y media de viaje.

“Las dos llegamos acalambradas. Después tomamos confianza y tardamos una hora, pero la ruta es un peligro y siempre teníamos miedo”, contó. Las amigas tuvieron varias experiencias recorriendo la ruta y algunas muy peligrosas. “Un día había una protesta y desviaban todo el tránsito por la 17. Esa vez casi nos pisa un cole porque ellos quieren pasar y pasar y no les importa nada, pero lo seguimos dando hasta donde pudimos”, recordó Tamara.

Sin embargo los colectivos y protestas no fueron lo único con lo que se encontraron en la ruta. Las estudiantes tuvieron que subirse a la moto con temperaturas de 5 grados. “Llegamos congeladas, era temblar hasta que nos cambiábamos la ropa y lográbamos recuperarnos. La neblina te moja mucho, pero lo peor es el viento”, contó Tamara, quien explicó que muchas veces el frío la dormía y se despertaba cuando sentía que se recostaba sobre su compañera.

En un momento la joven decidió dejar de viajar en moto y empezó a hacer dedo. Consiguió que varios conductores la llevaran en auto hasta Huincul y la trajeran de vuelta a su casa en Picún Leufé.

La familia, el pilar más importante

Una vez que terminaban las clases Tamara volvía a su casa donde la esperaban sus dos hijos Morena, quien hoy tiene 13 años y Elián de 6. “Tenés que estar porque te esperan, hay que cocinar, o comer y salir siempre con las reuniones de la escuela o algo”, aseguró Tamara. La contención de su familia fue fundamental para que ella pudiera concretar sus estudios. Las abuelas cuidaban de los niños cuando ella cursaba.

En el 2020 Tamara y su familia se mudaron a Cutral Co para estar más cerca del Instituto.
En el 2020 Tamara y su familia se mudaron a Cutral Co para estar más cerca del Instituto. Foto: Río Negro

Pero la distancia, las horas y el peligro del viaje resultaban muy agotadores. Fue así como en el 2020 la familia se mudó a Cultral Co para estar más cerca del Instituto. Pero unos días después comenzó la pandemia y eso significaba un nuevo obstáculo. Tamara tuvo que cursar virtual usando los datos de su teléfono celular porque no tenía internet. “Para mí era una inversión, gastar los 2000 pesos para poder seguir las clases”, aseguró. Finalmente a mitad del 2021 volvió a la presencialidad.

Tamara pensó muchas veces en abandonar la carrera. Pero el apoyo y la contención de su esposo quien le recordaba todo lo que había logrado, le impidió que renunciara y la mantuvo en carrera para cumplir su sueño. “La vida del estudiante no es fácil, muchas veces la cabeza te juega en contra. Hay cosas que no están en tus manos y hay que seguir siempre. No hay que dejar porque siempre se presentará algo”, reflexionó la flamante enfermera.

¡Queremos contar tu historia! Nos interesa lo que tenés para contarnos, escribinos a historias@viapais.com.ar y un periodista de nuestra redacción se va a comunicar con vos.