La historia de un Falcon que une el amor de un cordobés y el recuerdo de su padre

Después de 15 años, logró encontrar el auto que era de su padre y pudo restaurarlo. “Es una conexión con mi viejo que me produce felicidad”, cuenta a Vía Córdoba.

Ricardo y su Ford Falcon, en Oncativo.
Ricardo y su Ford Falcon, en Oncativo. Foto: Gentileza

Julio Del Carlo es un cordobés que se pasó muchos años tratando de encontrar el auto vendido de su padre ya fallecido. El Ford Falcon no significaba sólo una joya automovilística, sino que representaba el recuerdo y el amor hacia su progenitor, y este fue el sentimiento que lo llevó a reencontrarse con el vehículo.

La historia comienza en 1976, cuando Ricardo José Del Carlo logró cumplir uno de sus sueños: tener un Ford Falcon. Su hijo cuenta a Vía Córdoba que, antes de tener el auto, había comprado un cubre alfombras “con la ilusión de tenerlo algún día”. Pero el destino le tenía una sorpresa, y fue el premio de una rifa ganada por su esposa, el que le permitió adquirir un Falcon Standard 1971.

Ricardo y su Ford Falcon, en Oncativo.
Ricardo y su Ford Falcon, en Oncativo. Foto: Gentileza

“Al ver el auto, mi padre primero pregunto de quién era y cuando le dijimos que era de él no nos creyó; después estuvo un buen rato llorando de felicidad. El sueño se cumplió y mi viejo tenía su Falcon”, recuerda Julio.

Sin embargo, en 1987 el Falcon se vendió: “Apareció un comprador de la localidad de Luque y pagó 5000 Australes”, especifica. La mudanza a Córdoba y la enfermedad de Ricardo, los obligaron a tomar la decisión. Y en 1997, el dueño del sueño falleció: “Mi viejo murió con solo 65 años”.

Una búsqueda incansable

“Junté valor y decidí averiguar que habría sido del Falcon de mi Viejo”, comienza la historia Julio. Ya habían pasado 15 años desde aquella venta, pero la intención de encontrarlo era ferviente. Hasta que un día, su amigo Juan Marcelo, logró localizar el vehículo.

En 2002 y en Luque, Julio se reencontró con el recordado Falcon. “Estaba algo abollado por golpes de pedrea, los vidrios no funcionaban, una puerta no abria, tenía un “bumerang” en el capot que nunca llevó el modelo. Decidí no mirarlo más para dejar de sufrir”. Fue ese mismo día que decidió comprarlo y retomar el sueño de su padre ya fallecido.

El hallazgo del Falcon se hizo después de 15 años, desde que se vendió.
El hallazgo del Falcon se hizo después de 15 años, desde que se vendió. Foto: gentileza

Tres años de restauración

En mayo de 2008 comenzó la restauración, tras algunos años del vehículo guardado en un garaje. “Básicamente el eje de la restauración fue tratar de homenajear la memoria de mi padre puesta en el auto”, cuenta Julio.

El proceso de restauración llevó cerca de tres años, donde el vehículo debió ser desarmado y recuperado íntegramente. Desde el motor hasta la chapa, todo se volvió a reparar, con muchas piezas conseguidas originales.

El proceso de restauración del Falcon duró casi tres años.
El proceso de restauración del Falcon duró casi tres años. Foto: gentileza

Luego del desarme que comencé en 2008, lo primero que hice fue llevarlo al taller que se encargaría de todo el trabajo mecánico, para que le sacaran motor y caja. Este trabajo se hizo en un taller de la ciudad de Córdoba y llevó casi unos 3 meses de trabajo”, cuenta.

Los trabajos llevaron meses y meses, pero siempre con un objetivo claro, que alentaba a Julio a seguir: restaurar el Falcon que tanto quería su padre. Ya a fines del 2010, el Falcon volvió a estar como Julio lo recordaba y casi 0 kilómetros volvió a guardarse, como un objeto preciado de colección.

Un objetivo logrado y un recuerdo presente

“Ahora, el auto está en mi casa, en mi garaje. Lo uso generalmente una vez a la semana unos kilómetros como para andarlo. Pero es un integrante más de mi familia, mis hijos lo sienten así”, comparte Julio.

El Falcon que está como nuevo, llama la atención en cualquier ruta, y asegura que esa admiración le produce una gran satisfacción. “Cuando me halagan el auto siento orgullo, el orgullo de toda la historia que tiene el auto. A veces les doy una tarjeta que tengo con las redes el auto para que entren al sitio y vean la historia”, cuenta.

“Verlo en casa es como saludarlo a mi viejo en ese momento, es una conexión con mi viejo que me produce felicidad”, cierra Julio. La historia está plasmada también en un sitio web, que relata detalladamente la restauración, como si fuese una extensión de todo el sentimiento que puso en marcha, nuevamente, el recuerdo vivo de Ricardo.

Julio logró restaurar el Ford Falcon de su padre, y dejarlo "como nuevo".
Julio logró restaurar el Ford Falcon de su padre, y dejarlo "como nuevo". Foto: Gentileza

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